miércoles, 17 de marzo de 2010

Autoayuda

Pocas veces ayudo a mi suerte. De hecho lo única vez que la socorrí me salió mal, realmente pésimo. En la última ocasión que utilicé el saco rojo, introduje diez pesos en el bolsillo de la misma y antes de sacarlo para guardarlos en la bilítera o bien gastarlos en cualquier pelotudez dije: “voy a dejarlos ahí para cuando la use nuevamente me encuentre una sorpresa”.

Pero la auto-suerte me salió tan mal que cuando volví a ponerme el saco, y tres segundos después recordé –ante mi memoria tan austera- que la plata la deje ahí apropósito.

Una tarada, la idea era no recordarlo y a posterior quedarme contenta, reflexionando sobre la aparición –como acto de magia- repentina del billete. Pero no, nada de eso sucedió. Definitivamente, la auto-suerte no suele posarse sobre mi realidad.

1 comentario:

Mostro En Turno dijo...

Ante el desencanto lo que hubiera hecho es hacerme el tonto ir a comprar tabaco con el billete. Si no hubiera dejado el vicio hace tres anhos.

No se porque me acorde de aquel episodio de Mafalda donde Felipin tiene una escena con una lata vacia que patea y luego dice "hasta mis debilidades son mas fuertes que yo".

Un abrazo.