martes, 30 de septiembre de 2008

La fonola porteña: al ritmo del dos por cuatro, pero con murgueros

El tango es símbolo del folklore por idiosincrasia porteña, acunada antaño de la mano de los hombres más arrabaleros que impusieron estilos como la Milonga o el Canyengue en los barrios y paredes de los bodegones más bajos de la ciudad; por las calles y plazas se escondieron los inmigrantes que trajeron a la población el ritmo del candombe en los “mondongo” como eran llamados los barrios de Monserrat y San Telmo. Parecen dos historias y tradiciones diferentes, pero hoy un grupo de chicos que bailan en distintas murgas se encargan de reflejar una simbiosis a flor de la piel popular con la La fonola porteña. “Es un tango hecho por murgueros”, simplificó Martín Di Napoli, cantante y recitador.
La actuación arriba de los escenarios, el baile, la gracia en el hablar, el vestuario y la humorada narra a un grupo de muchachos (José González en guitarra, voz y arreglos; Leandro Orellano en voz y guitarra; Martín Frontera en bandoneón, animación y percusión; Miguel Figueroa en percusión y Martín Di Napoli) que en cada presentación reviven la historia del tango identificándose con personajes como Alberto Castillo, Francisco Fiorentino y Edmundo Rivero; y los temas preferidos, para ellos, entonados en Ropa Blanca y Tengo mil novias, estilos que marcan la diferencia dentro del sentimiento malevo.
Entre valses y milongas surge el enredo murguero muy poco escondido en medio de los trajes que abrazan la singularidad doblegada, entre las telas sombrías de los hombre reos que pateaban adoquines protestando contra la soledad, y en el revés de los trajes se lucen los brillos del carnaval con canciones características como Coplas y flores de Castillo, con murgueros invitados para danzar en medio del espectáculo febril. “Construimos una parodia en escena y una crítica cuando hacemos tango. Tratamos de confluir en algún punto entre el público y nosotros para que los trajes no alejen, sino acerquen tanto a un chico de 15 años como a una personas de 70, porque en fin lo que queremos decir es que son la misma cosa”, mencionó Di Napoli.
Hoy el tango es el destello simbólico que se percibe en el aire, en las calles, en los fileteados de San Telmo y otros barrios que vivieron el apogeo, cuando en un principio se bailaba entre hombres, en clubes y en las calles adoquinadas; mientras que ahora solo se reluce en las sociedades de “clase alta” teniendo que pagar una entrada para bailarlo o solo escucharlo –como en la nueva moda del espectáculo sinfónico-.
En la actualidad el folklore de la gente es la murga, se palpa en las plazas, en las calles cortadas, en los clubes –que antes era aprovechado por los mayores para milonguear- y en cualquier barrio, siendo llevado a cabo por la “clase media”, sin dejar de ser el principal acople a la inclusión de las sociedades sectarias, peyorativamente clasificadas como clase alta, baja o media.

“Un murguero es un tano, imitando a un negro al ritmo de una milonga”, así define Martín Di Napoli a esta homogenización de la idiosincrasia porteña


6 comentarios:

Anónimo dijo...

VOLVE BONITA LOS PECOSOS TE EXTRAÑAN

Anónimo dijo...

muy bueno el blog no te olvides de actualizarlo mucha MMMMMMMEEEEEEEEEEEERRRRRRRRRRRRRRRRRR

Solcito dijo...

jajaja te quiero gorrrrrrrrrda!!!

Pateadora oficial de adoquines. dijo...

GRACIAS A TODOS POR LA BUENA ONDA...ALIMENTAMOS A MI BLOG QUE TIENE HAMBRE, DE SOPA DE LETRAS!!

Anónimo dijo...

¿son murgeros o mugrosos??????????????????jajajajajjaj

Agus dijo...

a ver mamuna, que quizás sabés, conocés algún lugar para bailar tango que no me corten la cabeza??? estoy con muchas ganas de aprender y mover el esqueleto!
muy linda la nota, alimenta aún mis ganas de aprender jaja

besos