miércoles, 6 de febrero de 2013

Puentes.




 Sucia y feliz. Con arena abrazándome en otra tierra que no es la mía –o al menos me enseñaron que en el mundo hay ciertos límites donde las cosas dejan de ser mías y tuyas- Igual, como el sentimiento es mucho más fuerte vamos a cambiarle el concepto a la palabra frontera.  La dificultad de erradicarla. La simpleza de una estrategia engañosa con el fin de borrar los limites para siempre.  
            Frontera, música
            Frontera, compartir
            Frontera, comunicarse desde el mar amigo.          
           
Lejos del delirio, cerca del mar, de la luna –que al parecer anda con novio porque esta más bella- uno puede brindarse a las raíces en cualquier lugar. Pasito a pasito, la arena en tus pies forman parte de vos, de una caricia tierna y sensible. El agua emerge en tu cuerpo, comienza la metamorfosis producto de sal gentil y colaboradora a la hora de asearte.
            La noctiluca famosa, no aparece, pero la energía se asoma a pasos furiosos cuando frotas las manos cerca del mar, en el círculo de los seres queridos. Los mismos con quienes celebras un mundo nuevo, y la estrategia misma de cambiar el significado de una palabra con tal de compartir a través de la música, cantando, pintando un cuadro colectivo, cocinando, uniéndonos frente al fuego. Un abrazo. Un beso. Una mirada “fronteriza” –con nuestro nuevo concepto de la palabra-  
                        Definitivamente, creamos puentes (aunque muchos no nos crean). Vos de un lado del mar. Yo del otro sin olvidarme de la Construcción hormiguera y obrera.
Difícil, complicada y hermosa.

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