Sucia y
feliz. Con arena abrazándome en otra tierra que no es la mía –o al menos me
enseñaron que en el mundo hay ciertos límites donde las cosas dejan de ser mías
y tuyas- Igual, como el sentimiento es mucho más fuerte vamos a cambiarle el
concepto a la palabra frontera. La dificultad de erradicarla. La simpleza de
una estrategia engañosa con el fin de borrar los limites para siempre.
Frontera,
música
Frontera,
compartir
Frontera,
comunicarse desde el mar amigo.
Lejos del delirio, cerca del mar, de la luna –que
al parecer anda con novio porque esta más bella- uno puede brindarse a las raíces
en cualquier lugar. Pasito a pasito, la arena en tus pies forman parte de vos, de
una caricia tierna y sensible. El agua emerge en tu cuerpo, comienza la metamorfosis
producto de sal gentil y colaboradora a la hora de asearte.
La
noctiluca famosa, no aparece, pero la energía se asoma a pasos furiosos cuando
frotas las manos cerca del mar, en el círculo de los seres queridos. Los mismos
con quienes celebras un mundo nuevo, y la estrategia misma de cambiar el
significado de una palabra con tal de compartir a través de la música,
cantando, pintando un cuadro colectivo, cocinando, uniéndonos frente al fuego.
Un abrazo. Un beso. Una mirada “fronteriza” –con nuestro nuevo concepto de la
palabra-
Definitivamente,
creamos puentes (aunque muchos no nos crean). Vos de un lado del mar. Yo del
otro sin olvidarme de la Construcción hormiguera y obrera.
Difícil, complicada y hermosa.
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